El reloj marcaba las 11:47. En casa ya todos habían cenado y estaban en el momento del descubrir de los regalos. Cada uno habría el suyo y todos terminaban, por lo menos, con una leve sonrisa. El pequeño Simeón, sin embargo, mostraba una mueca de desencanto. Hace mucho que el futbol había sido relegado del centro de sus pasiones hacia el rincón de la indiferencia. Al ver que esta noche estaba recibiendo un conjunto deportivo de algún equipo de futbol (que la verdad daba igual cual fuera), la emoción que antaño sentía al ir rompiendo el papel de regalo se desvaneció. Intento formular alguna cosa rara que se asemejara a una sonrisa pero ya era demasiado tarde, todo el mundo alrededor notaba lo que sentía.
Decidió entonces echarse un rato hasta la llegada de la media noche donde todos se olvidarían del hecho y saldrían a la calle a dar el acostumbrado saludo de navidad a los vecinos más cercanos.
Cerró lentamente los ojos para poder calmarse un poco y al abrirlos se descubrió dentro de un cuarto totalmente blanco sin puertas ni ventanas, caminó tocando las paredes pero no descubrió ninguna salida, el cuarto se encontraba totalmente sellado. De pronto el cuarto se volvió totalmente negro por lo cual Simeón veía nada, en el fondo y de repente aparecieron dos puntos rojos intensos y de nuevo muy rápidamente la habitación cambió de color a un rojo sangre con la única diferencia que esta vez no se encontraba sólo. Los puntos visto hace un momento pertenecían a un personaje que llevaba una túnica totalmente negra. Eso era lo único que se podía diferenciar del espectro que se presentaba ante sus ojos, dos ojos rojos intensos y una larga túnica negra. El espectro hizo aparecer una puerta detrás de el y le hizo un ademan a Simeón para que lo siguiera y este al no ver otra alternativa obedeció.
Al salir (¿o ingresara?) por la puerta Simeón se encontró en una especie de almacén inmenso donde se encontraba miles de objetos moviéndose, saltando libremente por todos los rincones mientras que otros miles hacían cual banda de gladiola en fila india dirigiéndose hacia un punto de donde todos salían empaquetados listos para ser obsequiados.
Mientras el niño observaba todo esto el giro inesperado del espectro lo sobresaltó, el de la túnica también retrocedió como asustado ante la actitud del pequeño. Fue entonces cuando se vio a si mismo, agacho la cabeza y con un chasquido de dedos se envolvió dentro de un humo gris que surgió de debajo de el para aparecer luego como un hombre de terno multicolor, cabello al largo y de gestos sofisticados (por no decir amanerados).
-Lo siento –dijo- siempre olvido el quitarme el disfraz de halloween, pero la culpa es de sus padres por hacerlos dejarse llevar por las apariencias, aunque si te soy franco yo también me hubiese asustado al verme a mi mismo en esas fachas…
-Eh… disculpe.
- … tan espantosas con atuendos negros y mis ojos rojos, ¡ay! Mis ojos son un éxito, te contaré que causaron sensación en la fiesta por noche de brujas…
-Disculpe – dijo Simeón intentando esta vez con más énfasis.
-… Ah, si, perdón, ¿decías algo?
-Eh… ¿quién o qué eres tu? Y ¿qué es este lugar?
-Pues yo soy “el mago”, y esto, mi querido amigo, es el control de deseos. Aquí nos llegan todos los sentimientos de los niños cuyos regalos no le han gustado y los clasificamos para escoger a quienes les vamos a dar la gran y única oportunidad de escoger de entre todos estos juguetes a su favorito y al despertar el que elija aparecerá como si ese hubiese sido el regalo que haya recibido y nadie que este alrededor se dará cuenta del cambio pues sus memorias serán modificadas. Y todo eso gracias a nuestras increíbles artes jojojo, te sorprendí ¿verdad que sí?, ¿eh?, ¿eh?, ¿eh?
El pequeño Simeón, ni corto ni perezoso, salió corriendo alegre por la noticia y pensando en que si era un sueño no importaría si se divertía un poco haciendo como si lo creyera. Corrió de un lado para otro mirando a cada uno de los objetos entre ropas, juguetes, accesorios y una infinidad de cosas más. Finalmente eligió, indicándole a “el mago” que era lo que quería. Este se acercó rápidamente flotando desde el punto donde se encontraba hasta el y con un golpe de dedo en la frente le dijo: despierta.
Simeón abrió los ojos y se encontraba ya en su casa. Volteo la cabeza hacia el punto donde había dejado las prendas de futbol pero en su lugar observó el disco de juego para PC que siempre había deseado y que había indicado a “el mago” como su deseo. Curiosamente al observarlo no sintió ninguna emoción e incluso le resultaba indiferente. De pronto sus ojos se cerraron su cabeza cayó y choco con el asiento del sillón y despertó de nuevo dentro del cuarto blanco. Una puerta se abrió y “el mago” apareció pero esta vez con un semblante más sereno y con una actitud de amplia sabiduría.
-¿Qué pasó? –Le interrogó- no parecías muy contento al ver tu nuevo regalo.
-No lo se, me pareció que carecía de algo, lo sentí muy vació.
“El mago” formulo una sonrisa amable, se sentó al lado del infante y le dijo: Pues claro mi querido amigo, ese objeto carecía de las buenas intenciones y el cariño que había puesto tu hermano en el regalo, pues debo informarte que fue el quien te lo compro. El juego ese que escogiste, sin embargo, pese a ser una de las cosas que más deseabas estaba vacio. Normalmente no hacemos devoluciones pero creo que puedo hacer una excepción en esta oportunidad y, bueno, si aun lo quieres…
Saco de un pequeño saco que llevaba en el cinturón las prendas y se las ofreció al niño.
El pequeño entendiendo el mensaje que le quería enseñar su interlocutor recibió las prendas y dijo: estoy listo para volver.
PD: Feliz navidad a todos los que pasan por este humilde blog, gracias por tomarse el tiempo de leer y comentar, muchas bendiciones a todos y espero que la hayan, y la estén pasado muy bien.
Miles de abrazos a todos…