martes, 11 de agosto de 2009

la Chata :)

Desde la mañana todo empezaba a pintar un día negativo, y no sólo el cielo plomo de la lima invernal, que lastimosamente uno ya se acostumbra a ello, sino por la energía y mala vibra que se sentía en el ambiente.

Esperamos por un largo rato la sentencia a modo de venganza de uno de los profesores más odiosos que hemos tenido, pero no me extenderé más en mencionarlo (por lo menos por ahora). El resultado miles de mis compañeros desanimados por reprobar el curso, y yo, pese a haber aprobado (aunque con lo mínimo) estaba influenciado por el ambiente generalizado. Idas y venidas, documentos por aquí y por allá para darle una solución próxima para reabrir el curso y no se retrasen con los cursos.

En fin, terminé con tres amigos sentados en un remodelado bar compañero de antiguas aventuras, y mientras la conversación se iba concentrando en las lamentables notas calificadas con mucho odio por el gordito mencionado líneas anteriores, yo me iba apartando mentalmente recordando a una personita muy especial que en este año apareció en mi vida. Si bien nunca eh tenido la iniciativa de acercármele y hablarle siempre me ah gustado apreciarla ver su belleza y esa luz que transmite (si soy sumamente superficial, por lo menos a primera vista) y más de una vez, miradas tímidas hemos cruzado.
Mientras el alcohol poco a poco se apoderaba de mí y me iba sumergiendo en mis pensamientos decidí que era momento de partir.

Mientras recorría las calles del Jr. Cañete y me acercaba a la Av. Colmena, pese a mi miopía, mis ojos parecen percatarse de la imagen de la chica de mis pensamientos. Ella esta conversando con unas amigas en la esquina del frente y yo, con mi pequeña borrachera a cuestas me debato entre el acercármele o no, y esta vez mis dudas no sólo se basan en la timidez que ella, siento, que tiene o al “roche” que yo pueda sentir, sino a mi presentación en las condiciones en que me encontraba. Con un rápido repaso entre mis pensamientos y sacando una decisión a la volada decido tomar un suspiro de valor y doy mis primeros pasos, pasos que se convierten en los únicos que daré esa tarde.

Un chillido del freno de una combi hace que todos los curiosos giren hacia el lugar de donde proviene el ruido. Mientras me quejo del dolor y el policía de la cuadra empieza una discusión con el chofer y mientras veo algo de sangre en mi pierna izquierda que en ese momento no puedo mover. Mientras giro la cabeza en busca de alguien familiar que pueda darme una mano mi mirada se vuelve a cruzar con la pequeña personita especial que mira la escena, en la que estoy involucrada, entre una expresión de preocupación e inquietud.

En ese momento comprendo sus intenciones de acercárseme y decirme algo o en la medida de lo posible de ayudarme. Sin embargo la indecisión es comprensible, no nos conocemos, nunca hemos hablado y apenas hemos cruzado tímidas miradas. Con un ademán le trato de indicar que se vaya, que todo estará bien. Ella sonríe con timidez y se mantiene de pie en el mismo lugar mientras unos trabajadores del centro de salud de la universidad me están ayudando a levantarme y me conducen al lugar donde me curarán.

Con un último giro de cabeza sonrío le sonrío a ella y ella me devuelve la sonrisa y parte también.
 


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