viernes, 7 de enero de 2011

Guillermo y el monstruo del armario


De niño Guillermo había escuchado esa leyenda del monstruo que sale por las noches del armario. Y desde la primera vez que la oyó siempre estuvo deseoso de conocerlo, pues el no era un niño normal. A el en, vez de temer, esas cosas le encantaban.
Un caso muy especial fue el día que desapareció desde la mañana y no volvió a su casa pasado el atardecer de la mano de un viejo recolector de basura. Este les conto a sus padres que el niño lo detuvo para preguntarle si el era “el viejo del costal” y pedirle que por favor lo llevara a su casa porque quería conocer el lugar, y como ya había escuchado que un niño estaba preguntando desde la mañana a varios recicladores, le dijo que si el era el personaje en cuestión, lo llevo a su casa para satisfacer su curiosidad luego lo trajo con sus padres. Los padres de Guillermo, que lo habían estado buscando toda la tarde, agradecieron al buen hombre y por enésima vez advirtieron a Guillermo, que debía dejar de hacer esas cosas.
Pero esa no fue la única vez que desapareció.
En el parque de las leyendas, lo anduvieron buscando hasta hallarlo en el corral de los conejos, pues quería cerciorarse de si ahí se encontraba el conejo de pascua o no. Otra vez se llevo a uno de sus amigos para buscar al duende y la olla de oro al final del arco iris, pero como no sabían cual era el inicio ambos irían en direcciones opuestas, claro que esa aventura no duró mucho pues al rato el arco iris desapareció.
Muchas aventuras pasaron en la niñez de Guillermo, mas el misterio del monstruo en el armario nunca lo pudo resolver.
Al pasar los años Guillermo se fue olvidando de sus aventuras y volviéndose “un muchacho de bien para la sociedad”. Estudiaba, empezaba a trabajar y ayudaba con los deberes en casa.
Pero una noche (porque siempre llegan las noches en los cuentos también) alguien lo despertó. Era verde, de cabeza ovalada y su cuerpo estaba lleno de pelos. –Hola le dijo disculpa la demora, yo soy el monstruo de tu armario. No vine antes porque me distraía haciendo otras cosas que los demás decían que eran tonterías pero no me importaba, porque me sentía bien haciéndolas. Peor ya estoy aquí para recuperar el tiempo perdido.
Guillermo se dio cuenta que al igual que el en los primeros años su monstruo sólo quería divertirse y no seguir los pasos que los demás dicen que debes de seguir.
Desde entonces antes de dormir se queda unas horas con el monstruo comiendo algunas galletas y jugando play.

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