jueves, 2 de abril de 2009

La increíble historia del chico triste que hacia reír

Y con la desaparición de los naipes, luego de un flamear de fuego, el mimo daba por culminado su show. Los niños se despedían de el con una sonrisa, algunos acercándose, otros, más tímidos, de lejos con un vaivén de manos. Los padres dejaban unas monedas en la canasta agradecidos por las sonoras carcajadas sacadas por su cómico espectáculo y por el entretenimiento brindado a sus hijos y a ellos mismos.

El mimo recoge sus cosas una por una. Dejando espacio a los próximos expositores del arte de la calle que por un rato más se apoderarán de un espacio en la alameda Chabuca Granda, y divertirán a nuevos pasantes de este lugar tan concurrido.

Por hoy, para el mimo, sólo queda retirarse. La noche ya empieza a asomar y con ella recuerdos que prefiere olvidar. Olvidar, es imposible olvidar. Su mente lo recuerda aunque el lo niegue con toda la fuerza de su corazón. Esa traumática noche en la que su voz se esfumo. De pronto la imagen de un niño de siete años ubicado frente a la pantalla de su televisor, se le vino a la mente. Era el año 1994, recuerda, y el quedó paralizado ante la noticia que acababa de ver en el noticiero, fue algo completamente inesperado, toda su infancia se quebranto de porrazo. Es mentira -se dijo muchas veces- no puede ser cierto –repetía en su mente, pues su voz se había desvanecido y sus padres, al ver esta escena, se asustaron, lo abrazaron, pero ya no se podía hacer nada. De aquel niño alegre y travieso ya no quedaba nada.

(…)

Caminaba por el Jirón de la Unión de retorno a casa. De cuando en cuando se detenía a entregarles globos en forma de animales a niños, de esos que empiezan a llorar y sus padres no saben como detener el llanto. El mimo los entregaba y con una sonrisa calmaba el llanto de los pequeños y continuaba su camino.

(…)

Los padres del niño llevaron a este de inmediato al hospital, pero los doctores dijeron que el problema era meramente psicológico. Cualquier posible solución no estaba en sus manos darla. El niño entonces pasó por una infinidad de psicólogos quienes hurgaron dentro de sus pensamientos y todos concluyeron en que el silencio del niño se debía al trauma surgido por la noticia de aquel fatídico 13 de marzo de 1994. Los psicólogos trataron de ayudarle, le explicaron las cosas y, de alguna forma, estas palabras, si bien no hicieron que el niño vuelva a hablar, hicieron que creara una respuesta en reacción, una formula que le ayudara a superar su temor. Y desde entonces lo decidió. No quería que ningún niño sufra como el, la tristeza debería parar y el trataría de detenerla. Para esto el ya contaba con 18 años y fue entonces cuando lo decidió. Dejo los lujos de la casa un día de verano y, mochila a la espalda, inició su viaje a ninguna parte, el viento o guiaría.

(…)

Llegaba a la entrada de una casona vieja donde vivía en compañía de otros singulares personajes, malabaristas, payasos, ilusionistas, todos artistas callejeros y uno que otro integrante de un colectivo que se presenta en pequeñas carpas improvisadas cada cierto tiempo. Entrega los cinco soles correspondientes del menú del día a una anciana muy amable quien le entrega dos platos con comida hasta el tope. La anciana era como una madre para todos aquellos jóvenes y niños que por cosas de la vida habían caído en ese lugar. Converso con nuestro mimo por un largo rato, mientras este terminaba de comer. Luego se retiró y el mimo se adentró en la casona rumbo a su cuarto.

(…)

El joven había dejado una carta a sus padres contando sus planes y pidiéndoles, por favor, no buscarlo. EL joven conoció a diversas personas que al igual que el buscaban cambiar en algo lo que hasta ahora habían vivido. Aprendió. Convivió. Renació. Su viaje lo llevo por casi todo el Perú. Guías espirituales guiaron su alma y volvió a Lima completamente renovado. Cuando estuvo de regreso se reencontró con sus padres. Luego de una larga charla con ellos en su antigua casa, salió de nuevo a las calles a cumplir con la promesa que se había hecho. Desde entonces su nombre quedo en el olvido y sólo se conoció su arte, ese que generaba carcajadas de, inclusive, el más parco de los transeúntes.

(…)

El mimo, luego de un día de agotador se sentó en un mueble de su pequeña habitación y vio una hoja de periódico que se encontraba pegada en la pared. Una lágrima rodo por sus mejillas. Pero luego sonrió y dijo para sí: “Ya estoy devolviendo las risas que me regalaste”.

La hoja era del 13 de marzo de 1994 y hacía mención a la trágica muerte de Mónica Santa María, una de las animadoras de un programa infantil de los 90’s llamado “Nube Luz”.

14 comentarios:

ando... dijo...

Casi me parecía que la historia no llevaba a ningún lado, pero el final lo cambió todo.

Buen final, buena historia.

Yvonne dijo...

Yo alucinaba que lo habían violado xd

Jimmy dijo...

Y qué habrá sido de su futuro? a lo mejor se volvió transformista y ahora se disfraza de dalina para animar fiestas infantiles, uno nunca sabe los extremos del ser humano para rendir culto a los ídolos jeje.

Cinthya Castillo dijo...

Buena historia, siempre es un gusto leerte :D


Yo recuerdo la muerte de Monica santamaria, pero no fue nada chocante para mi

Unknown dijo...

Uy esa muerte sí me pareció bastante impactante...
el final lo es todo

bsos de esposa primeriza y Recién casada

VaNe dijo...

siii!!
tenia 2 años de edad pero mi hermano mayor me conto la tragedia!...
que triste fue aquel acontecimiento!!!


ABRAZOS ENORMES!
=D

hpereyraf dijo...

Dios como estas mejorando esos flashbacks del pasado y la historia q sigue ... realmente d lo mejor q te he leido da para un corto! estas perdiendo plata!!! pucha recuerdo ese evento si q choco era imposible pensar en sus motivo claro eramos chicos.

Miguel Angel Candia dijo...

yo pensaba que la noticia era la muerte de sus padres... y que el se volvia tambien loco, y que aun creia verlos!!!

pero tambien me gusto tu final!!!

santiagoMdc dijo...

Ando: Por momentos, al escribir, pensaba tambien lo mismo. A mí tambien me gusto el final, pero no me gustó la forma q le dí al final :S

Yvonne: Jaaa, no se me ocurre ninguna idea con ese tema u.u

Jimmy: No, tan freak no es jaja (aunque, quien sabe...)

Cafeiómana: Yono me había enterado de la noticia si no hasta varios años despues, la verdad ni diferenciaba entre Almendra y Monica.
Gracias por pasarte por aquí :)

Fiore: Si, el final lo es todo y creo que lo arruie =P

Alexsandra: Muy triste.
Abrasos par a tí tambien :)

Lemon Guy: Los flashbaks son la única razon por la que me anime a publicar este post. La verdad no me gusto mucho la forma en que trate esta narración.

Miguel Angel: Sexto sentido? jaja para otro cuento será.

PD1: Bueno desde ahora trataré de publicar un cuento (relato, mininovela, lo que sea) semanal, ojalá me de tiempo entre las cosas de la univ y otros proyectos.

PD2: Estoy planeado una continuación del post "El último 14" ya que fue el más comentado haber si les gusta tambien.

Abrazos a todos. gracias por pasar por aquí.

Allek dijo...

pasaba a saludarte
un fuerte abrazo..!

Elogio dijo...

Santi...
Mi amigote, bueno hace cuanto que no me pasaba... que mala :P
Te debo firmas, fotos y un par de camaras ...
( vos entendes)

santiagoMdc dijo...

Ay mi argentina favorita ya extrañaba tus comentarios por aquí.
Bienvenida de vuelta :)
Esperaré con paciencia todo u.u

Julio Fernández-Meza dijo...

jummmmmmmmmmm!!!
buen relato, viejo, me gustó.


PD: los mimos me dan miedo xD

G dijo...

Creo creo que el silencio es el mejor heraldo en esta ocasión (después de los aplausos). Magnífico final... y ahora lo dudo: quizá se añade a mi gusto la nostalgia al recordar a Mónica, recuerdo que de pequeño fui con mi colegio al programa y me hicieron jugar y reír como loco... Un cuento genial! Feicidades!

 


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